Enfoque transdiagnóstico
Una pregunta que siempre ha inquietado a los investigadores en psicología, y que sigue siendo el objeto de extensos trabajos de investigación en la actualidad, es: ¿por qué las personas acaban desarrollando trastornos emocionales tales como los trastornos de ansiedad, depresión o aquellos trastornos relacionados con el estrés?
A lo largo de la historia, ha habido diferentes enfoques que han intentado ofrecer una respuesta a esta pregunta. En la actualidad, un enfoque que está ganando fuerza y que se encuentra cada vez más respaldado por la ciencia es el enfoque transdiagnóstico.
¿Es posible que diferentes trastornos emocionales se expliquen por los mismos factores?
La respuesta a esta pregunta parece ser, “sí”. Durante mucho tiempo, tanto la psicología como la psiquiatría han confiado en la idea de que diferentes trastornos debían ser explicados por factores específicos y diferentes entre sí. Esto es, si una persona sufre un trastorno depresivo y otra un trastorno de pánico, aquellas variables que causan dichos trastornos debían ser distintas: lo que provoca la depresión no es lo mismo que lo que provoca los ataques de pánico.
Esta perspectiva conectaba con el sentido común, así como con el modelo médico que se utiliza para entender los problemas biológicos (lo que causa un resfriado -un virus-, no es lo mismo que lo que causa una infección -bacteria-). Pero los trastornos psicológicos funcionan de forma diferente a los problemas biológicos.
Desde principios de este siglo, se han ido acumulando resultados de investigación que convergen en una misma dirección: existen factores capaces de explicar diferentes trastornos emocionales. Dicho de otro modo, quizás lo que llamamos trastornos (obsesiones y compulsiones, ánimo deprimido, ataques de pánico, ansiedad social, ansiedad por enfermar, etc.) son el resultado de factores psicológicos y contextuales que no están funcionando de forma adaptativa.
¿Qué factores están mostrando ser transdiagnósticos?
Ya sabemos que la ciencia es, en sí misma, una secuencia de preguntas para tratar de acercarnos a comprender la realidad. En este sentido, si realmente es posible que algunos factores puedan explicar diferentes problemas, la siguiente pregunta que surge es: ¿cuáles son esos factores?
Muchos equipos y centros de investigación que están actualmente persiguiendo esta pregunta coinciden en lo siguiente: las personas que sufren trastornos emocionales tienden a vivir sus emociones con una alta intensidad (algo influenciado por sus situaciones contextuales -e.g., vivencia de estrés continuado-, y sus características de personalidad -e.g., neurocitismo o determinadas creencias-) y a presentar dificultades para regular sus emociones negativas.
Veámoslo en un ejemplo. Celia es una persona que tiene la creencia de que “debe hacerlo todo perfecto para que el trabajo sea bien valorado”. Recientemente, ha tenido un ascenso y ahora tiene más responsabilidad en el trabajo. Ante esta nueva situación, su creencia de “hacerlo todo perfecto” coge fuerza y le lleva a sentir más ansiedad (y miedo ante la posibilidad de no hacerlo como debería). Además, cuando se siente mal, usa algunas estrategias que no le ayudan: empieza a planificar en su cabeza todo lo que debe hacer una y otra vez (preocuparse), evita delegar y descansar para asegurarse de que el trabajo está bien hecho, presta mucha atención a sus sensaciones físicas. Celia usa estas estrategias porque cree que le ayudan pero, por el contrario, harán que su ansiedad se mantenga. Al final, es posible que termine pensando que su ansiedad es incontrolable (algo que generará más malestar emocional). Como vemos, esto se convierte en un círculo vicioso que le impedirá hacer su vida normal.
Este ejemplo nos muestra cómo factores que son adaptativos (nuestras emociones de ansiedad y miedo, los intentos de regular esas emociones) o incluso factores que han sido útiles anteriormente (la creencia de Celia de que “debe hacerlo perfecto” quizás le ha ayudado a conseguir el ascenso) dejan de ser funcionales y dan lugar a un trastorno emocional.
Intervenciones transdiagnósticas
En línea con esta visión de los trastornos emocionales, en psicología se han diseñado diferentes intervenciones transdiagnósticas que están suponiendo la forma más innovadora de tratamiento en la actualidad.
Estas intervenciones se caracterizan por centrarse en aquellos factores que son comunes a los trastornos emocionales, modificándolos desde un enfoque cognitivo-conductual y dotando de habilidades de regulación emocional a las personas, todo ello, independientemente del problema emocional específico.
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